27/5/12

Gone, hair gone

Haciendo honor a la película de Ben Affleck, Gone, Baby Gone (la recomiendo), para despedir a la mitad de mi pelo, continúo con el blog, que lo he tenido aparcadillo últimamente. Me quedan pocas semanas por comentar y prometo hacerlo desde aquí, desde Londres.

Toca la semana del 30 al 7 de mayo, en la que me tocó trabajar como un campeón, visité el curioso barrio de Brick Lane y conseguí salvar a Sarai de una ludopatía asegurada. Si queréis saber TODO lo que pasó, ya sabéis, seguir leyendo.

(Nuevas cartas desde España: Raquel Gutiérrez y Leticia Aldaz... ¡Gracias!)



Ya tocaba. Esta semana sí: peluquería. Al fin, me armé de valor y me fui a Stratford a cortarme el pelo. La verdad es que la peluquería estaba muy bien. No hacía falta cita, pero tuve que esperar cuarenta y cinco minutos. ¿Nervios? ¡Qué va! No sabía qué hacerme y cuando llegó el momento lo medio dejé en manos del peluquero. Resultado: contento. Es raro. Muy raro, verme así, sin pelo atrás (llevo desde casi tercero de primaria con el mismo pelo). Pero estoy contento, sobre todo ahora que llega el verano. Estaba tan contento que me fui de compras y me acabé comprando una camisa de cuello mao y una chaqueta azul medio chubasquero (sí, nos hemos pegado más de medio mes de mayo con abrigo). Y me fui, tan contento, a casa.

(Resultado después de la peluquería...)

¿Os he contado alguna vez lo pesada que puede ser la gata? Aprovecha cualquier momento para entrar en mi habitación y tumbarse en mi cama (da el Sol). Cuando digo cualquier momento incluye ir al baño, bajar a poner la lavadora o la secadora o meterme en la ducha. ¿Lo peor? El pelo, me lo deja por todos los lados y, ¡reza para que no haya ropa cerca!

 
(Lilly encima de mi portátil y adquisiciones de itsu... sí, me pasé un poco)

A veces creo que me paso cuando me voy de itsu con las bolsas llenas de comida. Uno de los días que cerré me llevé nada más y nada menos que ochenta euros en bandejas. ¡Total, se van a tirar! Arriba podréis verlas. Además, pude llevarme varios wraps, que no son tan fáciles de conseguir. Lo llevé todo a casa, lo metí, como pude, en el frigorífico y dejé una nota para que la gente cogiera... ¿Habéis sentido alguna vez eso de que les tiendes la mano y te cogen hasta el corazón (como díría Anne Igartiburu en Homo Zapping)? Pues así me sentí yo al día siguiente cuando voy a las nueve de la mañana al frigorífico y me encuentro SÓLO dos cajas y el bote de edamame. ¡WTF! ¡Yo también quiero comer!

 
(Batman siendo entrevistado por una cadena de TV china y la manifestación de Anonymus)


El martes, mi segundo día libre, quedé con Sarai para tomar algo por el centro. Estábamos sentados en una terraza del Pret cuando nos vimos casi en medio de una de las manifestaciones de Anonymus. Gente corriendo, pancartas, mochileros, hippies-bohemios, policías, gente haciendo barricadas en un Topshop... un show y nosotros viéndolo placenteramente desde la terraza del Pret. Hasta que nos echaron. La policía había avisado a todos los comercios y les había pedido que por favor quitaran todos el mobiliario que tuvieran fuera de la tienda... aunque hubiese dos clientes que habían pagado por estar ahí.

 
 (Puente por el que cruzamos Sarai y yo)

 (Grandes vistas y el trilero, al perdición de Sarai)


Del Pret nos fuimos hacia el río, a andar un poco. Cruzamos un puente que todavía no había pisado y del que se veían unas vistas muy chulas. Pero lo mejor estaba por llegar. A mitad del puente había un trilero con tres cubos debajo de los cuales escondía una moneda y la gente se arremolinaba alrededor para intentar adivinar dónde estaba. La gracia era que tú apostabas y si ganabas te llevabas lo mismo que habías apostado. Lo más asombroso era ver a la gente sacar veinte o cuarenta libras... y perderlas. Sarai no podía más, se ponía nerviosa cada vez que apostaba alguien y fallaba cuando era muy evidente. Tan nerviosa se puso que una vez hasta decidió levantar pero sin apostar. Tonta ella. Adivinó y acto seguido me pidió que nos fuéramos, que no quería caer en el juego de los trileros.

 
 (Parque promocional... ¿De qué? No nos importa, queremos sentarnos a tomar algo)


Cruzamos el puente y acabamos en un parque promocional de Dios sabe qué tomándonos una cerveza/fanta en una de las terrazas improvisadas. La verdad es que estuvimos muy a gusto y yo, personalmente, me quedé con ganas de jugar a un cuatro en raya gigante que había ahí... ¡Malditos niños AcaparaTresEnRaya!

 (En la terraza improvisada)



Creo que no os he hablado nunca de una maravillosa tienda que hay en mi barrio. Se llama "Princess" y es una tienda de ropa hortera. Vende vestidos y todo tipo de complementos para esas fiestas de las películas americanas o para las fiestas de quinceañeras de las familias latinoamericanas. No exagero. Pero es muy divertida, sobre todo porque cambian el escaparate TODOS LOS DÍAS. Un día, el de la fotografía, llegaron a un punto inigualable y sentí la necesidad de inmortalizarlo. Ahí dejo la prueba.

(Vestidos de Princess... os dejo la prueba, como prometía)

Un día, saliendo de itsu con un hambre increíble (aún después de mi Slim Salmon diario), sentía que necesitaba caer en la tentación de comprarme una cookie. ¿Problema? Ni se me pasó por la cabeza la cantidad de calorías, no, el problema era el sabor. ¿Solución? Cinco por tres pounds. ¡Para qué elegir si puedes llevártelos todos! Obviamente no me las comí todas (en ese momento), pero al final, la mejor fue la de chocolate con leche (sí, soy muy básico).

(Cookies de Millie's Cookies... ¡Buenísimas!)

Y llegó el finde largo. Tocaba bank holiday el lunes y, como siempre, me tocó trabajar. Pero no contentos con eso, me pusieron el viernes, sábado, domingo y lunes cerrando. ¡Ay que la hinco! Encima con Andy, con el que tengo mis diferencias y no me da conversación. Se me caía el mundo. Pero es que, además, sólo me dieron un día libre esa semana. Pero sí, sobreviví (a duras penas). Menos mal que estuvo Silverio la mayor parte de los días. Silverio es el assistant manager, portugués y jefe muy cool. Tan guay que nos hizo dos pizzas improvisadas para cenar: una de salmón y otra de atún. El resto de ingredientes eran los típicos que usamos en itsu: pan de wrap, queso, puerros, shitake (champiñón), zanahoria... Estaba buenísima (más que eso, la verdad). Es lo único del todo bueno que recuerdo. Menos mal que el lunes, aunque sea, cerré con María y se me hizo más ameno.

Pero no os lo perdáis. Al ser bank holidays, el metro funcionaba como el domingo (cierra antes) y uno de los días lo perdí. Y no os podéis imaginar la p****** que es perder el metro por la noche. Llegué hasta la parada Bank. De ahí me fui a Liverpool Street andando, donde cogí el autobús que me llevaba a Leyton, pero a la parte más alejada de mi casa. Es decir, tuve que buscar otro autobús para poder llegar a casa. En resumen, una hora más tarde que de costumbre, así, por la cara, para acabar un fin de semana que denominaría como... me evito la expresión.

(Dos de las cafeterías de Brick Lane)

(Una tienda de ropa vintage y peluqueros callejeros)



Pero ese fin de semana también tuve una nueva aventura: Brick Lane. Ángela me hizo un encargo: ir a comprar unas gafas a un barrio cercano a Bethnal Green, una de las paradas cercanas a mi casa. Veredicto: raro es poco, pero mola muchísimo. Es como sumergirte en una época diferente: edificios con carteles vintage; gente vistiendo como en los años 20, 40 ó 50; carteles de colores y burros llenos de ropa de todas las épocas... Londres es un cajón lleno de sorpresas en el que cada día descubres algo nuevo y Brick Lane ha sido una de esas sorpresas. Cada paso que daba me encontraba algo que me sorprendía más (y yo que pensaba que había tocado techo). Cada tienda era un mundo u otro tiempo, como prefiráis llamarlo. Una tienda sólo aceptaba y vendía artículos de los años 20; otra ofrecía abrigos de visón de los años ochenta; en muchas ofrecían ofertas por ropa vintage de todas las marcas e incluso había una con productos españoles... Y como podéis imaginar, cada tienda estaba regentada por gente diferente: desde mujeres salidas de La Casa de la Pradera a chinas vestidas de azafatas de avión... Y no os lo perdáis, peluqueros callejeros cortando el pelo en medio de un parque. Sí, Londres es así y de vez en cuando descubres una calla que une una gran amalgama de estilos. Ese es su encanto.

(Pared pintada y puesto de productos españoles)

Se acabó así otra semana más de mayo. Por delante: una nueva semana con planes para ir a Oxford durante el fin de semana. Sí, lo pedí libre y, por fin, me lo dieron. Mañana os contaré cómo fue, ahora toca dormir, que mañana es el último día en itsu... ¿Pena? ¡Qué va! (Nótese ironía acentuada...)

1 comentario:

  1. jajaja esa tienda de ropa de tu barrio tan "cool" ya la vi yoooo!!! jajaja, y no mientas, estabien guay... notese ironia, como tu dices, jaja.

    Itziar

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